LA UNIVERSIDAD QUE QUEREMOS O LA UNIVERSIDAD QUE “ELLOS” QUIEREN.
Todos los que ingresamos a la educación superior lo hacemos con un sueño. Este es independiente en cada uno de nosotros y va de la mano con nuestros objetivos y metas que nos hemos propuesto alcanzar, una vez que termine nuestra estancia en alguna casa de estudio.
Así, para muchos, es la oportunidad de vida que nadie en su familia había logrado alcanzar y se transforma en el icono de la movilidad social alcanzando un nuevo estatus. Para otros, es el mero trámite de obtener un titulo para administrar los negocios y empresas de la familia, y otros simplemente, la verán como el trampolín hacia una carrera política proyectada a futuro. Pero la duda es ¿Cuántos vienen a la universidad a hacer Universidad?
La Universidad nace en la edad media como una agrupación de maestros, sacerdotes y laicos que formaban sindicatos para proteger los intereses propios del saber. Mas tarde, estas Universidades se expandirían por todo el mundo, ya no como sindicatos, sino como instituciones propias, con objetivos y prestigio propio, las cuales comenzarán a tomar el protagonismo en muchas de los acontecimientos históricos que darán forma a la historia actual.
Así, ya en el decimonónico, las Universidades tomaran un papel fundamental en el desarrollo de las sociedades y los pueblos, de donde egresaran los lideres del entonces, marcando las pautas de los acontecimientos de cada país.
De tal manera, avanzamos hasta nuestros días, y vemos que las Universidades Chilenas no han estado exentas en las vicisitudes históricas del país, y solo cabe recordar su gran importancia y protagonismo en los tiempos del Régimen militar de Pinochet, donde en ese entonces, Universidades Iconos del Socialismo, fueron la presa predilecta de un gobierno que no soporto un pensamiento diferente y reprimió con todas las fuerzas a nobles casas de estudios, profesores y alumnado.
Pero los tiempos de la represión y la dictadura ya pasaron, y aunque debemos reconocer que hay heridas que son muy difíciles de curar y acciones que son muy difíciles de perdonar, debemos tener esperanza, estamos en un nuevo periodo y es en nosotros, los actuales alumnos de las universidades chilenas, en quienes recae la responsabilidad de ajustarnos a los nuevos tiempos y velar por el futuro, que es todo nuestro.
La idea es regresar a la Universidad, esa institución que albergó a cuantos sabios y personajes, es volver a la investigación a la cultura, a transformar nuestro espacio en algo grato, un lugar donde cada uno tenga el espacio para poder expresarse libremente, sin temor a nadie, un lugar donde todos podamos dar nuestras ideas y complementarlas con las de otros, sin ser ciegos ni sordos, debemos buscar en este lugar la manera de convertirnos en personas críticas, investigadoras, informadas y por sobre todo, más humanas.
La misión es grande, en un mundo gobernado por las injusticias de algunos pocos y en donde las grandes naciones controlan a los pequeñas, debemos ser personas informadas, gente con conocimientos y opinión basada en argumentos sólidos, no debemos quedarnos en los hechos del pasado, debemos conocerlos y utilizarlos como experiencia para poder dar mejores soluciones a los problemas del presente, pero para ello, debemos transformar nuestra Universidad, debemos dar una nueva Misión, Visión e Imagen.
Seamos sinceros. La Upla no se distingue precisamente por su valor intelectual ni su riqueza humana, es mas, solo en los círculos especializados la Upla tiene renombre, pero ¿que sucede con la persona común y corriente, aquella que esta alejada de los grandes centros del saber?: para ella, la Upla es sinónimo de vandalismo y protesta, un grupo de gente que se ha quedado bajo el amparo de prácticas anacrónicas y que ya no tienen sentido. Esto, desmerece a toda la gama de personas que se encuentran por una u otra circunstancia en este templo del saber.
Y siguiendo en el mismo ámbito, ¿Cómo vemos los estudiantes nuestra casa de estudios? Basta solo con mirar la cara de decepción que muchos de los alumnos de segundo cada año tiene tras un año pasado lleno de protestas, paros y tomas que al final no llegan a nada, solo a un desgaste intelectual, social y monetario por parte de los mechones y el resto de las promociones que tampoco cree en dichas formas de participación colectiva. Pero eso no es lo único. Cuando entramos con un sueño y vemos que la vida en la universidad es muy distinta a lo que nos imaginábamos, buscamos respuestas en nuestros grupos más cercanos, y ahí llegamos a las asambleas de carrera, donde el circo es cada vez más entretenido. Basta con solo ir a algunas sesiones y darse cuenta de los diferentes grupos que tienen el poder y de otros que luchan por tener la supremacía en alguna carrera, siempre teniendo detrás una ideología política, el mandato de algún partido, o simplemente las ansias de poder personal. Además en ellas se evidencian los insultos y falta de respeto, no tan solo frente a alumnos con distintas posturas, sino que entre ellos mismos, haciéndonos reflexionar y cuestionarnos la tan viciada Tolerancia Universitaria. Es allí cuando como alumnos, nos vemos desvalidos, indefensos y nuestros sueños comienzan a tambalear, a esfumarse.
¿Cual es nuestro rol y objetivo en la Universidad? Es la pregunta que todos nos deberíamos hacer, pero sobre todo comenzar a trabajar por nuestros sueños, quizás el volver a hacer Universidad, y somos libres de hacer lo que queramos, tenemos el espacio y debemos aprovecharlo, pero siempre recordando, que nuestra libertad termina, cuando paso a llevar la libertad del otro.
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